¿Por qué es el Monasterio de San Pedro de Cardeña tan importante en la leyenda cidiana?
- 14 de abril de 2023
La figura de nuestro héroe legendario y del Monasterio de San Pedro de Cardeña están ligadas desde el s. XI hasta nuestros días y con toda seguridad lo estarán en tiempos futuros.
Las paredes de este conjunto monástico y también su historia irradian leyendas cidianas ¡y no solo cidianas!
Tal es su importancia histórica, cultural y arquitectónica que es considerado Bien de Interés Cultural y, en junio de 1931, fue declarado Monumento Histórico-Artístico.
El Monasterio de San Pedro de Cardeña se encuentra en la villa de Castrillo del Val, a tan solo 11 kilómetros de la ciudad de Burgos y tanto su entorno como su aspecto exterior rezuman belleza, monumentalidad y serenidad.
Un poco de su historia
No es una tarea sencilla determinar el origen preciso de esta abadía debido a la escasa documentación existente. Mientras que algunos estudiosos establecen sus orígenes en el siglo VIII, antiguos historiadores benedictinos lo consideran el primer cenobio de su orden fundado en nuestro país y otros remontan su nacimiento como templo visigodo.
El primer documento fidedigno en el que se hace referencia al monasterio es del año 902. En él se refleja la donación realizada al convento por el conde de Lantarón y de Cerezo, Gonzalo Téllez y su esposa Lambra, aunque se sabe que con anterioridad, fue restaurado por el rey Alfonso III el Magno.
Uno de los acontecimientos más trágicos del monasterio tiene lugar en el año 934, en pleno auge del califato de Córdoba, cuando las tropas árabes de Abderramán III lo destruyen y dan muerte a sus 200 monjes, conocidos como Mártires de Cardeña que fueron posteriormente canonizados.
Sin embargo, el monasterio fue repoblado y gracias al apoyo de los Condes de Castilla Fernán González y García Fernández renovó su poder y riqueza. Este auge permitió adquirir un excelente Scriptorium, o taller de elaboración de códices, del que saldrían obras maestras, lo que se vio traducido en un esplendor artístico y cultural que le llevo a alcanzar su máxima notoriedad durante el siglo XI.
Poco a poco fue perdiendo importancia. Desde el siglo XIII formó parte de la Congregación Benedictina de la provincia de Toledo y, posteriormente, en 1502 se incorporó a la Congregación Observante de San Benito de Valladolid hasta 1835.
De 1835 hasta 1942 se abandona la vida monástica debido a la Desamortización de Mendizábal siendo numerosos sus usos en este período cuando llegó a convertirse incluso en campo de concentración de prisioneros de la Guerra Civil.
Finalmente recupera su rito monacal con la llegada de los monjes cistercienses trapenses y en el año 1948 logra el título de abadía.
Cuna de leyendas cidianas
Tal y como adelantamos al principio de este post, la historia del Monasterio de Cardeña está estrechamente vinculada a la figura de nuestro héroe legendario. Esto se debe, una vez más, a la innegable fuerza del Cantar.
“Mandad recoger la tienda y vayámonos apresurados,
en San Pedro de Cardeña, allí nos cante el gallo;
veremos a vuestra mujer, discreta hijadalgo”
Según el gran poema épico castellano, este monasterio fue el lugar de cobijo y residencia escogido por el Campeador para dejar, bajo el cuidado del abad San Sisebuto, tanto a su mujer Jimena, como a sus hijas Elvira y Sol (cuyos nombres en realidad eran María y Cristina), al partir este hacia su destierro impuesto por el rey Alfonso VI.
También fue un lugar importante para el Campeador ya que durante siglos ha sido el lugar de descanso de nuestro héroe legendario y Doña Jimena.
A pesar de que el Cid murió en Valencia y fue enterrado en esta misma ciudad en el año 1099, Jimena manda exhumar su cuerpo poco antes de la conquista almorávide de la ciudad y trasladarlo hasta Cardeña.
La tradición ubica también los restos de su leal corcel Babieca, el que fuera caballo del Campeador, sepultado en las cercanías del monasterio bajos dos grandes olmos. Un monolito junto a la entrada inmortaliza este hecho.
Pero no solo a través de las leyendas podemos encontrar la figura del Cid ligada a este monasterio, también a través de sus muros y paredes encontramos huellas cidianas:
En la fachada de acceso al Monasterio de San Pedro de Cardeña, presidida por un gran paño vertical de estilo barroco en piedra coloreada, donde se puede observar los desperfectos debidos a los disparos de las tropas francesas durante la ocupación, encontramos una estatua del Cid montado a caballo con armadura y atuendo nada medieval lanzándose sobre musulmanes.
También en su iglesia. En ella descubrimos la conocida como Torre del Cid (denominada popularmente como Torre de Doña Jimena en otras fuentes gracias a los versos del Cantar mencionados anteriormente), el elemento más destacado y antiguo del conjunto arquitectónico del monasterio.
Esta torre cuadrada, edificada a finales del s.X o primera mitad del XI, fue construida exenta al templo románico primitivo, no fue destruida junto con la iglesia cuando se construyó el nuevo templo de estilo gótico.
Y, finalmente, la Capilla de San Sisebuto o del Cid que es el punto más célebre y visitado del monasterio. De estilo barroco y construida en 1735 se encuentra presidida por dos sepulcros monumentales donde estuvieron sepultados El Cid y Doña Jimena. Aunque en la actualidad los restos del Cid y su esposa se hallan, en su mayoría, bajo el cimborrio de la Catedral de Burgos, una inscripción nos recuerda que también se hallaron aquí:
"Aquí yace enterrado el Grande Rodrigo Díaz, guerrero invicto, y de más fama que Marte en los triunfos".
Además la sala está rematada por escudos de armas, pinturas modernas y los restos mortales de algunos familiares de nuestro héroe legendario.
No cabe duda de que el Monasterio de San Pedro de Cardeña es por tanto uno de los lugares de más historia y vinculación cidiana.