El trabajo en la época cidiana

El quinto mes del año arranca con el Día Internacional de los Trabajadores o del Trabajo, una fecha emblemática que conmemora el movimiento obrero por las conquistas de derechos laborales.
El origen de esta celebración se remonta a finales del s.XIX cuando los movimientos sindicales comenzaron a tomar protagonismo en Estados Unidos reclamando el fin de las largas jornadas laborales, jornadas que llegaban a comprender hasta 12 y 18 horas.
Con la intención de poner fin a esta situación, la Federación Americana del Trabajo, el mayor sindicato del país, estableció que a partir del 1 de mayo de 1886 la jornada laboral máxima abarcaría 8 horas y planteó una serie de huelgas y protestas en caso de incumplimiento de esta norma por parte de los empresarios.
Aunque la gran mayoría de empresas accedió y la situación cambió, el Gobierno incluso impulsó la conocida Ley Ingersoll, en algunos sectores se continuó con lo establecido lo que irremediablemente desembocó en la primera gran huelga de 1886. Estas protestas, que sacaron a la calle a millares de obreros, se prolongaron en el tiempo y se tornaron violentas culminando en la Masacre de la Plaza Haymarket donde 38 personas perdieron la vida.
Las largas jornadas laborales no eran, sin embargo, un problema de la Edad Media. Según diversos especialistas en la materia, durante este período el horario de trabajo variaba en función de las estaciones; tenían más días festivos (la mayoría eran festividades de obligatorio cumplimiento ya que tratándose de una sociedad religiosa se santificaban las fiestas) y se trabaja más en la época estival, además, en el caso concreto de los campesinos, el número de días de libranza incrementaba debido a los períodos en que la naturaleza impedía ejercer sus labores.
¿Cómo era el trabajo en la Edad Media?
En la época medieval el trabajo se realizaba principalmente en dependencia de la nobleza y de los altos estamentos de la sociedad puesto que imperaba el sistema feudal.
El feudalismo era el sistema social, político y económico de las sociedades medievales en el que se establecía una jerarquía cimentada en la descentralización del poder basando la distribución de la tierra en feudos administrados por nobles relativamente independientes del monarca pero supeditados a este por lazos de lealtad.
El feudo podía también ser considerado una especie de contrato ya que en el se establecía una promesa de protección a cambio de un pago: el vasallo recibía una tierra para administrar y habitar, pagaba una tributo por la cosecha y debía tomar las armas en defensa de su señor a cambio de la protección de este.
Durante esta época la tierra era el medio de obtención de dinero por lo que la agricultura se convirtió en una de las principales actividades económicas. En la primera fase de la Edad Media las técnicas de cultivo eran rudimentarias por lo que las cosechas no eran abundantes y estaban destinadas a cubrir las necesidades de subsistencia, sin embargo, con el paso del tiempo las técnicas y herramientas fueron progresando desembocando en un incremento y mejora de la producción.
Esta evolución generó unos excedentes que, acompañados de un importante crecimiento demográfico. estimularon el comercio y el resurgimiento de las ciudades.
El renacer de las ciudades supuso un impulso a la producción artesanal lo que implicó la aparición de numerosos oficios.
Oficios, gremios y cofradías
Los oficios eran las labores y tareas que se desarrollaban artesanalmente y eran totalmente esenciales para la vida diaria puesto que facilitaban la obtención regular de ingresos.
Los hijos aprendían el oficio de sus padres mediante observación y pequeñas prácticas aunque también era muy común la figura del aprendiz, donde los jóvenes recibían formaciones para aprender el oficio sin retribución económica aunque si recibían, por parte del maestro, alimentos, alojamiento y vestimenta.
A medida que las ciudades crecían, la industria se diversificaba y las calles comerciales se llenaban de todo tipo de trabajadores cualificados ofreciendo sus productos lo que resultó en la necesaria implantación de los gremios.
Estas asociaciones de trabajadores, integradas por artesanos de un mismo oficio, tenían el objetivo de defender los intereses comunes. Al tener el privilegio de producir y vender en exclusiva sus productos en la ciudad, se defendían del intrusismo laboral y controlaban el mercado local, además imponían unos mecanismos igualitarios que impedían el enriquecimiento de unos artesanos a costa de otros.
Las organizaciones gremiales regulaban todos los aspectos de la actividad de la corporación, entre otras, garantizaban la calidad de las materias primas y su distribución, equilibraban la demanda de productos y el número de talleres y controlaban el acceso al aprendizaje.
Los gremios no solo se ocupaban de las condiciones de trabajo, también velaban por la espiritualidad de los trabajadores ya que cada gremio tenía un Santo Patrón y la gran mayoría contaban también con las cofradías que se encargaban del aspecto social atendiendo las necesidades de sus integrantes en caso de enfermedad o cubriendo eventualmente los gastos de sus funerales.
Cada artesano tenía su propio gremio y estos se estructuraban en torno a tres niveles laborales:
Maestros
Dueños de los talleres y encargados de controlar la vida corporativa. Para adquirir esta categoría era necesaria la realización de exigentes exámenes prácticos donde se debía demostrar la destreza en el oficio.
Oficiales
Artesanos que conocían relativamente bien el oficio aunque eran supervisados por sus maestros, quienes les enseñaban a mejorar sus cualidades.
Aprendices
Jóvenes en período de formación, que aprendían del maestro mientras los mantenían en su domicilio, tal y como mencionamos anteriormente.
Las organizaciones gremiales se regían por un estatuto especial y estaban reguladas por los concejos (los ayuntamientos actuales) quienes tomaban las decisiones y aseguraban sus derechos a los trabajadores.
A medida que progresaron las industrias artesanales y alcanzaban mayor importancia surgieron nuevos oficios y/o se modificaron los existentes. Por ende, también aparecieron nuevos gremios que paulatinamente adquirieron mayor poder económico y político encargándose incluso de proporcionar defensas militares en sus ciudades.

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