Doña Jimena, el gran amor del Cid
- 17 de febrero de 2023
Febrero es el mes del amor por excelencia. Durante estos días el amor se respira en el aire y millones de parejas de todo el mundo celebran el día 14 San Valentín, patrón de los enamorados.
Poco conocemos de este aspecto de la vida de nuestro héroe legendario. Aunque sabemos que el Cid estuvo casado con Jimena Díaz es poco lo que sabemos de ella y menos aún de la vida común que mantuvieron.
Doña Jimena Díaz
Jimena Díaz, dama de origen asturiano, nació entre 1034 y 1046 y fue hija del segundo matrimonio de su padre, el conde Diego Fernández, con Cristina Fernández, dama de ascendencia real, según diversas fuentes narrativas y documentales.
Según la Historia Roderici, Doña Jimena era nepta (nepta significa sobrina aunque, no necesariamente sobrina carnal, sino también prima o hija de prima) del emperador Alfonso VI de León. El parentesco que les unía es que la madre de doña Jimena y el emperador eran primos carnales.
Jimena Díaz provenía por tanto de la aristocracia asturleonesa del siglo XI y por su linaje formaba parte de la más alta nobleza del reino.
El matrimonio con el Cid
Es el rey Alfonso VI de León quien procura el matrimonio entre Rodrigo y Jimena.
Este enlace, que se consideró un trato de favor para con el Campeador, bien para asegurarse su fidelidad, bien para descartar cualquier desavenencia entre ambos, le sirvió al propio Rodrigo de ascenso político y social en la corte. Además con el mismo, la unidad del reino se vio reforzada ya que se enlazaba una casa leonesa y una casa asturiana.
Algunas leyendas aseguran que el matrimonio tuvo lugar en la Iglesia de San Miguel, en Palencia, pero solo quedan en eso ya que la unión se celebró el 19 de Julio de 1074, tal como figura en la Carta de Arras, en la ciudad de Burgos.
Dicha Carta de Arras, expuesta en un arcón medieval en la Catedral, establece que ese día los esposos Rodrigo Díaz de Vivar y Jimena Díaz, se dotaban mutuamente.
“Ego vero denique Rodericus Didaz accepi usoren nomine Scemenam filiam Didaco Ducis de terra Asturiensi […] Ego quoque scemena Didaz similiter faciam tibi vir meus Rodericus Didaz […]”
Rodrigo otorgó a Doña Jimena una dote que, según fuero de León, alcanzaba la mitad de sus bienes. En el mismo documento ambos contrayentes se nombran herederos universales de todos sus bienes, de los que podrían disfrutar sus hijos únicamente a la muerte de ambos esposos.
Fruto de ese matrimonio, frente a las dos hijas que se mencionan en el Cantar, la historia evidencia que Jimena y Rodrigo tuvieron tres descendientes; dos mujeres, Cristina y María, y un único varón, Diego.
Jimena y los destierros
Tras su matrimonio, Jimena y Rodrigo estuvieron en Asturias donde, destinado por el Rey, nuestro héroe legendario participó como juez en importantes litigios, pleitos y actos judiciales. Años después comenzaron los destierros.
Según el Cantar del Mío Cid, Jimena acompañó a nuestro héroe legendario en su primer destierro en 1081, pero esto no sucedió como tampoco que se trasladara a vivir a Cardeña como fundamentan diversas fuentes históricas ya que continuaba siendo dueña de todos sus bienes dotales y contaba con el apoyo de su padre y sus hermanos, condes de Asturias.
Tal fue el enfado del rey Alfonso VI en la situación que propició el segundo destierro que, según narra la Historia Roderici, doña Jimena fue apresada con sus hijos por el propio Rey quien, ante los requerimientos del Cid, finalmente los liberó.
Una vez puestos en libertad se refugiaron en el Monasterio de San Pedro de Cardeña, bajo la protección del Abad San Sisebuto, hasta que se reunieron con su esposo y padre ya en tierras valencianas. Desde este momento Jimena se queda junto a Rodrigo.
La muerte de Rodrigo y Jimena
Al fallecer nuestro héroe legendario, y apoyada por la mesnada cidiana, su esposa queda como dueña y señora de la ciudad de Valencia y de las tierras controladas por el Campeador.
En Valencia resistió el asedio almorávide hasta que decide solicitar auxilio al rey Alfonso VI, quien acudió a su llamada con todo su ejército. Ante las dificultades de mantener esta ciudad y aproximadamente un año después, se llevó a cabo la evacuación de la ciudad de la que formó parte la esposa de nuestro héroe legendario. Con ella se llevó los restos de su marido que depositó en el Monasterio de San Pedro de Cardeña.
Es en este momento cuando se pierde su pista hasta la aparición en 1103 de un documento firmado por ella en el mismo Monasterio en el que vende una heredad en Valdecañas de Cerrato a dos canónigos de Burgos.
Se conoce que vivió unos años más (algunas fuentes se aventuran a decir que aproximadamente unos 15 más desde el fallecimiento del Cid) pero no se sabe a ciencia cierta ni donde pasó su vejez ni la fecha exacta de su muerte.
El amor entre Rodrigo y Jimena
Resulta complicado saber cómo fue la relación entre Rodrigo y Jimena. Tal y como ocurre en otros episodios de la vida de nuestro héroe legendario es difícil distinguir entre la fábula literaria y el personaje histórico.
Basándonos únicamente en la narración del Cantar, entre Jimena y Rodrigo había amor, un amor fuerte a pesar de las circunstancias que les tocó vivir. Prueba de ello es el episodio de la separación de nuestro héroe legendario de su esposa y sus hijas, a las que deja en el monasterio de San Pedro de Cardeña cuando se dispone a partir tras haber sido desterrado.
“… Ya doña Ximena, la mi mugier tan complida como a la mi alma yo tanto vos quería.
Ya lo vedes que partir nos emos en vida, Yo iré e vós fincaredes remanida.
¡Plega a Dios e a Sancta María que aún con mis manos case estas mis fijas,
e que dé ventura y algunos días vida, e vós, mugier ondrada, de mí seades servida!”
O en el momento exacto de la partida, cuando el Cantar compara el dolor de la separación con el que se produce cuando la uña se desprende de la carne:
“La oraçión fecha, la missa acabada la an, salieron de la eglesia, ya quieren cavalgar.
El Çid a doña Ximena ívala abraçar; doña Ximena al Çid la manol’ va besar,
llorando de los ojos, que non sabe qué se far.
E él a las niñas tornólas a catar:
«A Dios vos acomiendo e al Padre spirital; agora nos partimos,
¡Dios sabe el ajuntar!»
Llorando de los ojos, que non vidiestes atal, assís’ parten unos d’otros commo la uña de la carne”
Los restos de Jimena y Rodrigo fueron enterrados juntos y a pesar de los numerosos episodios que aún muertos tuvieron que hacer frente (traslados y saqueos, entre otros), finalmente y desde 1921 descansan juntos bajo el imperial cimborrio de la Catedral.
No conocemos realmente el amor que se procesaron pero sus nombres cabalgan juntos a través de la historia.