El Cid padre, el Cid hijo

El pasado domingo, 19 de marzo se celebró el Día del Padre, una fiesta para rendir homenaje a los progenitores y agradecer el papel que desempeñan. Esta fiesta asentada en nuestro país responde a una tradición religiosa que conmemora el Día de San José, padre de Jesús de Nazaret.
Pese a que la figura del Cid está directamente relacionada con la de un valeroso caballero que dedicó su vida a la guerra convirtiéndose en una de las figuras históricas más reconocidas de nuestro país, el Campeador contaba con una faceta privada y personal que ha pasado totalmente desapercibida.
Entre otros menesteres Rodrigo Díaz de Vivar fue hijo pero también fue padre.
El padre del Cid
Según la genealogía legendaria del Campeador se ha considerado tradicionalmente a Diego Flaínez, o Diego Laínez, padre del Cid.
Natural de Castilla, no sé sabe a ciencia cierta el año de su nacimiento y ni de su fallecimiento, aunque numerosos documentos históricos datan estas fechas en los años 1023 y 1058, respectivamente.
Poco sabemos de su progenitor y lo conocemos gracias a algunas de las composiciones de la épica castellana medieval de la época. Entre otras informaciones, gracias a la Historia Roderici (la biografía más antigua sobre nuestro héroe legendario) intuimos que Diego formaba parte de la nobleza menor de Castilla siendo descendiente de Laín Calvo:
“Éste [Laín Calvo] parece haber sido el origen de su linaje: Laín Calvo engendró varios hijos; entre ellos se contaron Fernando Laínez y Bermudo Laínez. Fernando Laínez a su vez engendró a Laín Fernández y Bermudo Laínez engendró a Rodrigo Bermúdez. Laín Fernández a su vez engendró a Nuño Laínez, y Rodrigo Bermúdez engendró a Fernando Rodríguez, Fernando Rodríguez a su vez engendró a Pedro Fernández y a una hija llamada Eylo. Nuño Laínez tomó a esta Eylo como mujer y engendró en ella a Laín Núñez. Laín a su vez engendró a Diego Laínez, y este Diego Laínez engendró a Rodrigo Díaz, el Campeador, en la hija de Rodrigo Álvarez.”
Numerosos son los nombres que se han considerado para su esposa (Teresa, Sancha o María) aunque, finalmente, la hipótesis que más fuerza adquiere según diversas fuentes históricas es que contrajo matrimonio con Teresa Rodríguez, hija de Rodrigo Álvarez de Amaya, conde de Oviedo, y con ella engendraría a Rodrigo Díaz de Vivar que más tarde se convertiría en El Cid Campeador.
Principalmente vivió en la frontera en el Valle de Ubierna, entre los reinos de León y Pamplona, y es aquí donde destacó como caballero combatiendo contra las tropas del Rey de Navarra. En uno de estos enfrentamientos se hizo con propiedades de la zona y de Vivar donde posteriormente nació el Cid Campeador.
Los hijos del Cid
Ni se llamaban Elvira y Sol, ni fueron maltratadas ni abandonadas malheridas por sus recién estrenados maridos, los infantes de Carrión, en su regreso a Castilla en el suceso conocido como la afrenta de Corpes. Es la fuerza del Cantar de Mío Cid la que ha consolidado tales nombres y dicho episodio.
Cristina y María eran los nombres de la descendencia femenina de Rodrigo Díaz de Vivar.
Acompañadas de su madre, fueron custodiadas por el abad del Monasterio de San Pedro de Cardeña cuando el Cid las dejó allí antes de partir a su primer destierro. También, una vez liberadas por el rey Alfonso VI, se encaminaron junto a su madre y hermano, hacia tierras de Valencia para reencontrarse con su padre en el segundo destierro.
Ambas emparentaron con la más alta nobleza de la época casándose con los príncipes de Navarra. María contrajo matrimonio con el conde Ramón Berenguer III, Conde de Barcelona, Gerona y Osona pero no está claro si tuvieron una o dos hijas aunque, según numerosos expertos en la materia, cobra fuerza la idea de una sola descendiente conocida como Jimena de Barcelona.
Por su parte, Cristina contrajo nupcias con el infante Ramiro Sánchez de Navarra, y fruto de este matrimonio nació García Ramírez, posterior rey de Pamplona, conocido como «el Restaurador».
María y Cristina no fueron su única descendencia. El Cid también tuvo un hijo, un varón al que el Cantar no hace referencia y poco lo hace la historia.
Se sospecha que Diego nació por el año 1075 y se le atribuye Burgos como lugar de nacimiento, no porque se tenga constancia de ello sino porque sus padres se encontraban allí en esta fecha.
Al igual que en otros capítulos de la historia de nuestro héroe legendario existen diversas teorías sobre la vida de Diego, la relación entre ambos y su presencia en los distintos escritos de la época.
Parece confirmado por algunos estudiosos de la época que Diego no acompaño a su madre y hermanas en San Pedro de Cardeña cuando el Cid fue desterrado por primera vez y que tampoco acompañó a su padre en el exilio. Sin embargo, estos mismos estudios exponen distintas versiones respecto a donde se encontraba por aquel entonces; por un lado hay quienes creen que Diego se encontraba en la corte de su tío Rodrigo, conde de Asturias, frente a los que consideran que creció en la corte del rey Alfonso VI.
Diferentes versiones se sostienen igualmente en el segundo exilio. Según la Historia Roderici, Diego fue encarcelado por Alfonso VI con Jimena y sus hermanas y, posteriormente, todos se fueron a vivir a Valencia donde Diego asumiría su papel de caballero. Sin embargo, hay quien considera que Diego se alineó contra su padre al lado del rey y que se reconciliarían años más tarde al alcanzarse la paz entre el rey Alfonso VI y el Cid.
A los veintiún años de edad, Diego fue enviado a Consuegra a fin de socorrer al rey Alfonso VI. Fue en dicha batalla, un sábado, 15 de agosto de 1097 y en su posterior asedio donde fallece el heredero de nuestro héroe legendario.
A pesar de que el gran poema épico castellano no hace referencia alguna ni al padre ni al hijo del Cid tenemos constancia de la existencia de ambos gracias a otras fuentes como son el Poema de Fernán González y Las Mocedades de Rodrigo en el caso del padre del Cid o el Liber Regnum y la Primera Crónica General en el caso de su hijo.
Ambos forman parte de la historia y leyenda de nuestro héroe legendario.

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